Capítulo IV. El Peso de la Verdad y un Nuevo Destino

Tras sepultar los cuerpos mutilados y recoger las pocas pertenencias esparcidas, Borat, el único superviviente del grupo de los asaltantes, finalmente se atrevió a hablar. Les explicó que el Doctor Igor Setechokv había llegado con varios colegas desde Moscú, atraídos por informes de seres extraños que habitaban la región. El grupo del doctor había capturado a una de esas "bestias", mientras que otro equipo se había encargado de encontrar a la niña que Zenya y sus camaradas habían traído. Zenya y Natacha intercambiaron una mirada significativa. Ninguna de las dos pensó que fuera necesario que nadie más se enterara de la aterradora verdad de lo que acababa de suceder. El velo del secreto ya se había tendido sobre el horror.

Días después, una citación inesperada interrumpió la relativa calma. Zenya fue llamada a la presencia del Camarada Zhukov. Su rostro, normalmente severo, contenía una inusual mezcla de seriedad y algo que se asemejaba a la intriga.

"Camarada, tiene un nuevo destino", comenzó Zhukov, con una voz que no admitía objeciones. "Viaje hasta Osh. Allí se pondrá a las órdenes de la Camarada Elsa Kalamikov". Una pausa, mientras Zhukov la observaba con atención. "Ella le ayudará en todo lo que pueda. Quiero que investigue a los enemigos del pueblo. Este libro está lleno de anotaciones, habla de cultos antiguos, seres extraños. Cuentos burgueses que yo no acabo de entender". En ese momento, le tendió un viejo libro encuadernado, que extrajo de un cajón de su escritorio. Las páginas estaban amarillentas, repletas de una caligrafía apretada y dibujos inquietantes. "Camarada, usted era maestra, sabe de letras más que yo".

Una leve sonrisa se dibujó en los labios de Zhukov. "De lo pasado con anterioridad no se preocupe", añadió, como si leyera sus pensamientos. Se levantó y abrió un armario de su despacho. "¿Fuma? Llévese este paquete de cigarrillos, un poco de café, y esta botella de vodka entréguesela a la camarada Elsa".

Zenya hojeó el libro. Era el diario del Dr. Igor Setechokv. Los extraños dibujos y símbolos la llenaron de una extraña inquietud. "¿Iré sola?", preguntó, su voz teñida de una mezcla de aprensión y curiosidad.

"No, le acompañarán sus hombres, y el 'único' superviviente de la misión del Doctor", dijo Zhukov, una sonrisa aún más pronunciada en su rostro, que ahora parecía casi de complicidad.

Zenya sintió un escalofrío. "Esos extraños de Moscú que le acompañaban... ¿dónde estarán? No me cayeron muy bien cuando vinieron a verme, solo hacían que pedirme cosas". Un extraño silencio se adueñó de la habitación, una pesada pausa que Zhukov no se molestó en romper.

"Coja su camioneta", prosiguió Zhukov, como si nada hubiera pasado. "Están cargándola de provisiones para Osh, esa será su tapadera, por si alguien le pregunta. Siento no poder darle más hombres, tengo que combatir a los traidores, zaristas, burgueses, grupos de bandoleros chinos, y ahora me están llegando noticias de que en las montañas hay aldeanos que nos han atacado. Parece que el hambre se está apoderando de las recónditas zonas del valle".

Sacó un sobre abultado de rublos y se lo entregó a Zenya. "Con esto puede comprar lo que necesite, si encuentra quien lo venda. Suerte, camarada. Tiene una misión importante, no me defraude".

La mirada de Zenya se posó de nuevo en el diario del doctor, los dibujos retorcidos y las anotaciones crípticas ahora cobraban un sentido macabro. La misión de entregar provisiones era una fachada, y lo que la esperaba en Osh era mucho más que una simple investigación. El Soviet había abierto una puerta a lo desconocido, y Zenya era la elegida para adentrarse en su oscuridad.

¿Qué revelaciones inquietantes contendrá el diario del Dr. Setechokv? ¿Cómo se relacionará la Camarada Elsa Kalamikov con estos misterios, y qué horrores aguardan a Zenya en Osh?



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