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Capítulo VI: La Noche se Tiñe de Sangre

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En la camioneta las horas fueron pasando, y la luz del día se desvaneció. Iván sugirió un pueblo cercano para descansar.... Cuando una mujer ensangrentada emergió de los arbustos, tambaleándose. Iván frenó bruscamente. Zenya, pistola en mano, bajó. "¿Qué ha pasado? ¿Se encuentra bien?". La mujer solo susurraba: "Tienen a mi pequeña… Atacaron la granja, se llevaron a mi hija".  "Deberíamos pedir ayuda", sugirió Iván. "¡No hay tiempo!", replicó Zenya. Se acercaron con sigilo hacia la granja. Una tenue luz salía del establo. Iván tomó un hacha. Pero justo en ese instante, un grito desgarrador recorrió el cielo desde los árboles. Zenya se detuvo. Oyó un rugido bestial y otro grito más fuerte.  "¡Rápido! ¡Vamos hacia allí! ¡No hay tiempo que perder!" gritó Zenya. Emergieron en un claro iluminado por antorchas. Atada a una piedra, una chica se debatía en pánico. Cuatro Baluchis la rodeaban. Y una mole: un enorme oso avanzaba lentamente hacia ...

Capítulo V: La estancia en Osh

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La Sombra de lo Desconocido El camino se extendía ante ellos, un lazo interminable de polvo y piedras que la camioneta, una reliquia traqueteante, devoraba con exasperante lentitud. Cada bache era una sacudida, cada parada forzosa un recordatorio de la inmensidad de la estepa y la precariedad de su viaje. Zenya, al principio, había guardado el diario del Dr. Igor Setechokv con una mezcla de escepticismo y un ligero desinterés. Las "historias de cultos antiguos y seres extraños" que el Camarada Zhukov había mencionado le sonaban a meras supersticiones burguesas. Pero a medida que los kilómetros se acumulaban y el tedio del viaje se instalaba, la curiosidad se abrió paso. Abrió el viejo cuaderno. Sus labios se curvaron en una mueca de incredulidad al principio, mientras sus ojos recorrían las primeras páginas. Sin embargo, a medida que el viaje avanzaba, la incredulidad dio paso a una fascinación sombría. El diario no contenía cuentos, sino relatos escalofriantes de seres que h...

Capítulo IV. El Peso de la Verdad y un Nuevo Destino

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Tras sepultar los cuerpos mutilados y recoger las pocas pertenencias esparcidas, Borat, el único superviviente del grupo de los asaltantes, finalmente se atrevió a hablar. Les explicó que el Doctor Igor Setechokv había llegado con varios colegas desde Moscú, atraídos por informes de seres extraños que habitaban la región. El grupo del doctor había capturado a una de esas "bestias", mientras que otro equipo se había encargado de encontrar a la niña que Zenya y sus camaradas habían traído. Zenya y Natacha intercambiaron una mirada significativa. Ninguna de las dos pensó que fuera necesario que nadie más se enterara de la aterradora verdad de lo que acababa de suceder. El velo del secreto ya se había tendido sobre el horror. Días después, una citación inesperada interrumpió la relativa calma. Zenya fue llamada a la presencia del Camarada Zhukov. Su rostro, normalmente severo, contenía una inusual mezcla de seriedad y algo que se asemejaba a la intriga. "Camarada, tiene un n...

Capítulo III. Horror en el corazón de Taskent (II)

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 El Despertar de la Pesadilla La niña, ahora una bestia verde y monstruosa, cargó con una furia primitiva. Su objetivo: los hombres que rodeaban el cuerpo de su hermana. El primero de ellos, un Basmachi, que salió despedido con un golpe brutal, su cuerpo giro varias veces en el aire antes de caer inerte al suelo. El Dr. Igor Setechokv, apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que las fauces de la criatura se cerraran sobre su cuello. Un mordisco certero lo silenció para siempre, su vida extinguida en un instante macabro. Zenya quedó paralizada, el horror la clavó al suelo. La dulce niña que habían rescatado se había transformado en una encarnación del miedo. Vladimir , un veterano de incontables batallas, actuó por instinto. Corrió en busca de una posición defensiva, su fusil al hombro. Apoyó el arma y disparó. La bala impactó a la criatura, pero la bestia, indiferente al dolor, siguió devorando al profesor. La carne crujía, el sonido era un eco en la pesadilla. Natacha , la doct...

Capítulo III. Horror en el corazón de Taskent(I)

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La camioneta traqueteó a través del polvoriento camino, adentrándose en el sector industrial de Taskent. La zona era un puñado de naves, talleres y almacenes, en su mayoría ligados al ferrocarril. Algunas estructuras aún mostraban las cicatrices de los combates que habían forjado el nacimiento del Soviet. Si los secuestradores estaban aquí, no tardarían en dar con ellos. Preguntaron a los pocos trabajadores que veían, mecánicos con las manos manchadas de grasa, con miradas cansadas, pero nadie había visto nada sospechoso. La frustración comenzaba a instalarse cuanto, de repente, un grito desgarrador rasgó el aire, seguido por el inconfundible sonido de disparos. Zenya no dudó. "¡ Rápido !", espetó, y la camioneta aceleró hacia el origen del disparó.  Al llegar, todos bajaron a la vez, el corazón encogido por la visión que se abría ante ellos: el cuerpo sin vida de una joven, desnudo y empapado en sangre, yacía en el suelo. Tres hombres la rodeaban. Sin mediar palabra, los bo...

Capítulo II. El silencio de la granja y la sombra de la traición

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La camioneta avanzó a trompicones por el camino polvoriento. Tras un par de kilómetros, la silueta de la granja apareció en el horizonte. Aparentemente, estaba vacía. No había rastro de los bandoleros, ni de la refriega que la niña había descrito. Un silencio sepulcral envolvía el lugar, un silencio que a Zenya le resultó demasiado pesado, demasiado sospechoso. "¿Cuántos eran?" , preguntó Zenya a la niña, que, más calmada, se había aferrado a la esperanza que le ofrecían sus nuevos protectores. "No lo sé… cinco o seis, quizá más" , murmuró la pequeña, sus ojos aún vidriosos por el recuerdo. Durante el trayecto, había relatado el horroroso ataque: cómo los secuestradores se habían llevado a su hermana mayor y cómo había visto a su madre caer, atravesada por una espada. Su padre, según había contado, había fallecido hacía ya un par de años. La precaución era el lema de Zenya . Ordenó a la niña que se escondiera en la camioneta. La tranquilidad del lugar le olía a tr...

Capítulo I. Asuntos familiares

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La vasta estepa de Asia Central, en el turbulento año de 1920, era un mosaico de lealtades divididas. Los bolcheviques , aferrados al control del antiguo óblast de Fergana , se enfrentaban a la encarnizada resistencia de los Rusos Blancos y a la persistente revuelta Basmachi . Era un escenario donde la supervivencia se tejía a diario, y la lealtad al Soviet se probaba con cada amanecer. A bordo de una destartalada camioneta, tres figuras solitarias regresaban a Taskent . Su misión: entregar vitales suministros a los camaradas que, cerca de Osh , combatían a los enemigos de la revolución en el fértil valle de Fergana . El traqueteo del vehículo sobre el camino polvoriento era la única melodía que rompía el silencio de la tarde. "¿Qué hay en la carretera?", preguntó Vladimir , un veterano marinero cuya mirada curtida había surcado mares y ahora se adaptaba a la inmensidad de la estepa. "¿Una vaca muerta?", respondió uno de sus compañeros, agudizando la vista. De rep...